Guión Jean-Yves Ferri
Dibujo Didier Conrad
Edición Original Le Papyrus e César (Les Editions Albert René 2015)
Edición España Editorial Bruño, Octubre 2015
Formato Tomo Cartoné de 48 páginas
Precio 12,90€
A nadie se le escapa que durante la pasada década la vida editorial de Astérix, el mítico galo personaje creado por el guionista René Goscinny y el ilustrador Albert Uderzo en 1959, pasó por algunos de los peores momentos de su historia. Posiblemente el comienzo de esta serie de catastróficas desdichas fuera la edición en 2005 de ¡El Cielo Se Nos Cae Encima! esa infame entrega de la colección repleta de cutres referencias a Walt Disney, el manga y los superhéroes norteamericanos con el que Uderzo tocaba fondo como autor total de las aventuras de nuestros galos favoritos tras la muerte de su amigo Goscinny en 1977. Pero no todo quedaría ahí, ya que en 2011 el fisco francés reclamó a Uderzo 203.000€ al negarle la co-autoría de los personajes acusación con la que el ilustrador francés llegaría hasta a los tribunales e implicando a sus mismos hijos en el proceso. Aunque si había algo que asustaba con respecto al futuro del bande dessinée más famoso de Francia era que Uderzo no decidiera ceder (al menos la escritura) de la colección a otros autores que revitalizaran las correrías de los galos que más quebraderos de cabeza producen al imperio romano de Julio César. Por suerte en el año 2012 el veterano dibujante dio su brazo a torcer y permitió que el guionista Jean-Yves Ferri y el dibujante Didier Conrad se hicieran con las riendas del álbum número 35 de Astérix, el primero en el que ninguno de los creadores originales de la serie aparecerían como autores del mismo, aunque todo el proceso artístico fue supervisado celósamente por el amigo Albert.
Tras una interminable espera y elucubraciones de todo tipo Astérix y los Pictos vio la luz el 24 de Octubre de 2013, entre el recelo de aquellos que no querían leer aventuras de los galos ideadas por autores ajenos al tándem Goscinny/Uderzo y la esperanza de otros que anhelaban que la llegada de savia nueva revitalizara una colección que se encontraba muerta en vida después de su última desastrosa entrega ocho años atrás. El álbum número 35 de Astérix fue bien recibido en líneas generales, el trabajo de Ferri y Conrad fue tan meritorio y digno de elogio como conservador y acomodaticio, algo comprensible si tenemos en cuenta que ambos autores se veían en la nada agradable tesitura de idear el primer relato de los personajes de cómic más icónicos de toda Europa (junto a nuestro reportero belga más famoso) en el que, como previamente hemos comentado, ninguno de sus creadores originales estaban implicados. La visita de Astérix y Obelix a Escocia era una historia clásica de viajes de los galos con la que Jean-Yves Ferri trataba de condensar fielmente todo el humor, el uso de los tópicos autóctonos y los juegos de palabras de Goscinny mientras Didier Conrad se mimetizaba de manera sorprendente con el trazo de Uderzo llegando en ocasiones a no distinguirse del de este. Las ventas fueron muy buenas, la recepción cálida y nuevas esperanzas fueron depositadas en estos autores recién llegados que entendían la esencia y el espíritu de los personajes, haciendo soñar a un fandom con que los irreductibles galos volvieran a ser los de antes, idea esta última que se ha confirmado, y de qué manera, con la edición el pasado 22 de Octubre de el hasta ahora último álbum de la colección, el número 36 concretamente, y el segundo con Ferri y Conrad a los mandos, ya que El Papiro del César no sólo confirma al nuevo equipo artístico de Astérix como dignos sucesores de sus maestros Goscinny y Uderzo, sino que se revela como la mejor entrega de las aventuras de los galos en muchísimos años.
Como dicta la tradición si en la última aventura de nuestros amigos galos Astérix y Obélix realizaban un viaje a tierras lejanas, en esta entrega toca una historia cuyo desarrollo tiene lugar en la famosa aldea de Armórica. Hasta allí llega la noticia, gracias a un buhonero galo llamado Doblepolémix que hace las veces de corresponsal en Roma, de que la edición del nuevo “best seller” de César, Comentarios a la Guerra de las Galias, elude voluntariamente la inclusión de uno de sus capítulos (titulado “Reveses Sufridos Frente a los Irreductibles Galos de Armórica”) en el que se narra cómo nuestros personajes “resisten ahora y siempre” al envite del ejército romano suponiendo esta la única derrota bélics del emperador y de cuya autocensura es instigador el maquiavélico consejero y editor, Bonus Promoplús. Pero Astérix y Obélix unirán fuerzas con Doblepolémix y otros peculiares personajes como el decano de los druidas Arqueópterix (maestro ni más ni menos que de nuestro entrañable Panorámix) para urdir un plan con el que conseguir que este “Papiro del César” salga a la luz y las aventuras y desventuras de nuestros personajes no queden abocadas al olvido. Con todas las cartas relacionadas con el relato ya sobre la mesa podemos afirmar no sólo que utilizar La Guerra de las Galias de Julio César como núcleo central de la historia y ese “papiro” en concreto como el McGuffin sobre el que se vertebra la historia sea una idea brillante, sino que gracias a este atractivo y original punto de partida Jean-Yves Ferri y Didier Conrad consiguen acentuar considerablemente los aciertos de Astérix y los Pictos y reducir casi hasta lo inane sus fallos ofreciendo un producto 100% Astérix que no es difícil que nos retrotraiga a algunos de los trabajos de René Goscinny con los guiones (salvando mucho las distancias, evidentemente) dentro de la colección utilizando muchas de las señas de identidad que hicieron de esta serie el bande dessinée más importante de Europa.
Ya que si hay algo que queda claro con este segundo álbum creado al alimón por Ferri y Conrad es que estos no son unos autores mercenarios del montón que sólo buscan la remuneración monetaria que supone ponerse al frente de tan icónicos personajes, sino que comprenden totalmente el trasfondo y la personalidad de la colección y que con toda seguridad casi son fans antes que profesionales. Por ello es de agradecer que ambos tomen una de las ideas más recordadas de los relatos de Coscinny y Uderzo y de las que más fama dieron a la serie como es extrapolar ideas, hechos o modas de la actualidad a aquel año 50 antes de Jesucristo donde transcurren las aventuras de los habitantes de Armórica. A nadie se le escapa que el personaje de Dobleoplémix está inspirado en el polémico periodista australiano Julian Assange y que todo lo acontecido con la “filtración” de la existencia de ese papiro en el que Julio César habla de la invatibilidad de Astérix, Obélix y el resto de miembros de la aldea gala es una alusión directa a la célebre página web “WikiLeaks” con la que Assange sacó a la luz vital información relacionada, sobre todo, con política gubernamental de distintas potencias mundiales como Estados Unidos. La excusa de que la información que el buhonero proporciona a los galos sea transmitida a distancia por medio de palomas u otro tipo de animales sirve para que el tándem de autores hagan referencias a las nuevqs teconologías contemporánes relacionadas con internet o la telefonía móvil como las redes sociales, el uso de mensajes de texto o aplicaciones del tipo WhatsApp exponiéndolo de manera tan natural y fluida en las viñetas que en ningún momento desentona o se antoja forzado argumentalmente gracias al buen hacer de los dos autores franceses.
Lo más interesante es que el uso como núcleo central en el relato de ese “papiro” sirve para que Jean-Yves Ferri y Didier Conrad se asienten lo suficiente en la colección como para jugar con la metareferencialidad forjando así su propia personalidad como artistas, poco a poco pero de manera gradual, para, curiosamente, ir desvinculándose de la labor de René Goscinny y Albert Uderzo pero de manera tan respetuosa como para homenajearlos por el camino. Ya que durante la lectura del álbum descubrimos que ese capítulo censurado sobre la Guerra de las Galias está compuesto por una especie de diario en el que Julio César enumera todas las veces que ha sido derrotado por los habitantes de Armórica siendo nombradas estas con los títulos de todos las entregas de la colección (La Residencia de los Dioses, El Escudo Arverno, La Vuelta a la Galia…) en los que tuvo que enfrentarse con Astérix y Obélix siendo vencido irremisiblemente por estos. De este modo Ferri y Conrad no sólo rinden tributo a sus maestros, también juegan, como previamente hemos afirmado, con el metalenguaje y con una simpática y entrañable relectura histórica en la que se nos afirma que estas victorias galas contra César se perdieron con el paso del tiempo como puede verse en el emocionante “Post-Scriptum” con el que los nuevos narradores de las aventuras de Astérix quieren cerrar definitivamente un ciclo y abrir por fin uno nuevo en el que ellos tomarán las riendas de la serie para que esta pueda seguir teniendo una longeva y saludable vida más allá de la mano de sus creadores originales, pero nunca perdiendo la inspiración y personalidad que ellos grabaron a fuego en las aventuras de los habitantes de la aldea más celebre del cómic europeo.
En el proceso Jean-Yves Ferri y Didier Conrad, como hemos apuntado previamente, comienzan a ir dando muestras de alejarse de sus inspiradores para tomar su propio camino y aunque el primero utiliza sabiamente todos los recursos de René Goscinny como los juegos de palabras con los nombres, la personalidad entre bruta y naif de Obélix (lo del horóscopo que le recomienda “evitar los conflictos y reducir el número de jabalíes” da mucho juego a lo largo del álbum) la inteligencia de Astérix, el fuerte carácter de las mujeres de la aldea de Armórica, la sabiduría de Panorámix y los efectos que producen su famosa poción mágica o el respeto hacia la figura de Julio César, comienza a añadir ideas de cosecha propia, algo a lo que se suma un magnífico Conrad que manteniendo un trazo que sigue recordándonos poderosamente al de Albert Uderzo comienza ya a apuntar detalles y breves pinceladas que le diferencian del mismo elaborando algunas viñetas brillantes como las que adjuntamos en la reseña en las que el ilustrador se nota más suelto y no tan encorsetado como en el anterior álbum. Tampoco se olvidan los autores de otra tradición, la de incluir roles secundarios inspirados en personalidades reales (por la colección han pasado desde los Beatles hasta Sean Connery o Kirk Douglas) y si en Astérix y los Pictos pudimos ver sosias del soberbio actor Vincent Cassel y su compatriota el cantante Johnny Hallyday en esta nueva entrega debe sumarse al ya apuntado Dobpleolémix que se basa en Julian Assange, esa representación de Jacques Séguéla, consejero de comunicación del presidente François Mitterrand, que responde al nombre del malintencionado Bonus Promoplús.
El estreno de la sobresaliente adaptación cinematográfica del mítico álbum La Residencia de los Dioses (a la que le dedicamos un especial hace unos meses hablando tanto de la obra en viñetas como del film) a manos de los directores Louis Clichy y Alexandres Astier y la consagración de Jean-Yves Ferri y Didier Conrad como nuevo y magnífico equipo artístico a los mandos de la colección de bande dessinée creada en 1959 con Astérix y Obélix como cabecillas, confirman este año 2015 como el da la resurrección oficial de los personajes nacidos de la unión de las mentes de René Goscinny y Albert Uderzo. Para un servidor, que se crió leyendo las correrías de estos galos desde la infancia (en la biblioteca de mi colegio los álbums de Astérix eran los más solicitados y era muy difícil hacerse con ellos) esta nueva etapa, sobre todo la relacionada con el mundo del noveno arte (aunque muchas de las películas animadas como Astérix el Galo y Las Doce Pruebas de Astérix me parecen obras maestras, ¡Por Osiris y por Apis!) por fin podemos ver la luz al final del túnel después de la triste decadencia en la que Albert Uderzo fue sumergiendo la serie en su larga etapa en solitario que, por otro lado y haciendo honor a la verdad, también ofreció algunos trabajos memorables como La Gran Zanja, pero que ya se antojaban demasiado alejados en el tiempo. Esperemos que Ferri y Conrad sigan con el buen hacer que están realizando con unos amigos animados que desde hace más de medio siglo ya son tan nuestros como suyos. Por ahora el voto de confianza que muchos depositamos en estos nuevos autores tras la agradable lectura de Astérix y los Pictos parece no haber caído en saco roto si tenemos que cuenta el excelente resultado y el nivel de calidad que alcanza este El Papiro del César que no sólo se revela como uno de los trabajos más remarcables de los galos en mucho tiempo, sino que también nos muestra la cara más amable del país vecino, esa Francia que ha sufrido un durisimo golpe hace poco más de una semana y que siempre ha ofrecido lo mejor de sí misma como nación cuando a apelado a la cultura, la ilustración, el arte y la tolerancia. Esperemos que siga siendo así y no caigamos en errores del pasado reciente de los que todavía nos estamos arrepintiendo.